Denomino así esta clave de que el majestuoso cóndor de los Andes es el ave que, con sus tres metros y treinta y tres centímetros de alas desplegadas logra llegar a alturas que rebasan los doce mil metros sobre el nivel del mar. Es sin duda tres veces majestuoso: !Rey de los Andes! Rey de las Alturas! De nuestra parte, sin menospreciar la velocidad del vuelo desarrollada por nuestro amigo el Halcón Peregrenio (300KMH), podemos calificarle como el Rey de la Velocidad. No porque su vuelo alcance o supere tales límites, sino porque no hay otro ser que sea más rápido o más veloz en ayudarnos a salir en cuerpo astral.
Todo lo enseñado en la lección anterior así como en páginas precedentes sirvan como una base para la realización de la presente práctica.
Quienes no tuvieron la suerte de observar de cerca al Señor Cóndor podrán conseguir alguna postal, una fotografía, o alguna revista especializada en turismo que muestre la imagen del Rey de los Andes.
En la intimidad de su recámara en en compañía de la soledad, en las montañas, junto a los ríos, a orillas del mar o en los valles, o selvas de la Madre Natura, puede el estudiante evocar la imagen del Cóndor con todo su señorío, majestad y belleza. Observe con su vista interior que el Cóndor se mueve, se agita, que baia en derredor suyo...Deje esa imagen viva y palpitante proyectarse en todos los niveles de su consciencia y así, en ese estado de comunión con la naturaleza y el aire, y con el mismo Jerarca de los cielos andinos, pídale, ruéguele, solicítele en nombre de Kon Tici Wiracocha, que lo lleve a volar por los aires, más allá de los Andes, y más allí de los límites de nuestra geografía planetaria.
La petición deberá ser hecha una y mil veces si es necesario. Puede el estudiante , si gusta, cerrar los ojos, o mantenerlos abiertos.
Es obvio que El Cóndor habrá de responder positivamente a todo aquel que lo invoque con amor, y que cumpla aquella sagrada ley que dice: "No matarás". Con esto queremos afirmar que las manos del aspirante al vuelo más seguro del cosmos no deben estar manchados de sangre, y que el respeto por la vida y por toda vida debe ser norma inequívoca de todos los días y de todas las vidas.
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