1. En todo momento, cada instante de la vida, debe el estudiante de la Rosacruz, afirmar enfáticamente, con seguridad plena, con confianza total en sí mismo, en todo aquello que va a hacer, va a realizar, practicar, vivir, será un éxito completo, total. Debe tener la plena convicción, certeza, seguridad, fe, de que sus acciones serán siempre coronadas con el éxito.
2. Ya en la intimidad de su recámara o dormitorio, relajado en un cómodo sillón, recostado en el lecho o sentado en alguna posición o asana yogui, procederá a realizar las siguientes afirmaciones:
"Soy un ser con infinitas posibilidades de conocer y vivir. No hay limitaciones para mi conciencia. Soy energía que todo lo envuelve, que todo lo puede. Yo soy el poder, la acción, soy el triunfo y soy la gloria".
Este grupo de sugestiones y otras altamente positivas deben afirmarse constantemente y vehementemente. De ser posible hacerlo en forma oral, serena pero clara, imponente y segura, mas, si la situación no lo permite, puede hacerse en silencio por lo menos durante unas tres veces antes de cada práctica.
3. A continuación procederá a relajarse física, emocional y mentalmente. Procurar que ningún tipo de tensión física, no excitación ni depresión emocional, nada de ideas o pensamientos perturbadores nos distraigan de la práctica, solo debe vivirse la serenidad, tranquilidad, paz. Una paz, serenidad, tranquilidad, si, pero de ninguna manera emergentes como consecuencias del abandono, la indiferencia, el acaso o el sueño, sino de la acción consciente y dinámica de la voluntad. No se trata de que las cosas sucedan sino de HACER, de hacerlas a voluntad; es con voluntad que se debe lograr la serenidad necesaria para comenzar nuestras actividades. Logrado nuestro objetivo se continúa con lo siguiente:
4. Pondrá sus manos sobre el vientre, a la altura del ombligo, entrelazará los dedos y los mantendrá en esa posición; o si prefiere los cruzará sobre el pecho o simplemente los extenderá a largo del cuerpo.
5. Reconocerá el ambiente o lugar en que se encuentra, cerrará los ojos. Ya con los ojos cerrados pero abiertos los de la imaginación, tratará de observar en su mente todo lo que le rodea, tratando de que fluyan en su memoria todos los objetos y elementos percibidos y que se hallan en su derredor. Habrá de darse cuenta de que se encuentra en ese lugar indubitablemente, y que conserva toda la lucidez del instante; reiteramos, darse perfecta cuenta, tener plena consciencia, una lucidez clara y total de que se halla en el lugar observado, de que se encuentra ahí con todo su ser, íntegro, completo, de que todo es real, de que nada es sueño ni fantasía.
6. A continuación, siempre con los ojos cerrados, y conservando la calma y la serenidad como un preciado tesoro, por tres veces o más, se dirá así mismo lo siguiente:
"A partir de este momento, sea donde sea que yo me encuentre, haga lo que haga, tendré plena consciencia de ser yo mismo quien vive ese instante, me identificaré, me reconoceré, y a la vez reconocerá el lugar donde me encuentre, sea éste del mundo físico o del cosmos astral. Seré consciente de mi vida en este mundo y será consciente de mi vida en el cosmos astral. Tendré plena consciencia de que estoy en el mundo físico tridimensional o en las dimensiones superiores del espacio. Diferenciaré claramente mi existencia en este universo, de mi vida en los universos paralelos; y mi existencia en los universos paralelos de mi vida en este universo. A partir de este instante, y por siempre, seré consciencia, consciencia...consciencia... "
7. Asimile profundamente todas las afirmaciones enunciadas y proceda a dormirse como normal y corrientemente lo hiciera, o proceda a realizar cualquiera de las prácticas de proyección o salidas conscientes al cosmos astral, o continúe con sus labores habituales pero ya sin el marco de la mecanicidad e inconsciencia.
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