¿Terror, miedo? Nada de eso. ¿CUÁNTAS BATALLAS SUFRIDAS, Y CUÁNTAS DISFRUTANDO DEL SABOR DE LA VICTORIA? ¡NADA PODRÍA DETENERME! Ni las más horripilantes criaturas salidas del mismo abismo, podrían infundirme temor. ¿Por qué? Suave, pero firme, clame en voz diáfana: “MADRECITA DIVINA, ISIS, AYÚDAME”. ¡UN VIOLENTO RESPLANDOR SURGE DE LAS ESPESAS TINIEBLAS! Y… ¡Oh, Dios! En mi derredor sólo hallo un silencio sepulcral… Me hallo en medio del desierto inicial, y ¡FRENTE A MI UNA DULCE Y ANGELICAL CRIATURA! Una niña de unos 3 o 4 años, cubierta con el tul morado y angelical me sonríe… Tras de ella otras criaturas semejantes, dulces, infantiles, tiernas, inocentes, me miran con cierto asombro…

Todo aquel supuesto jardín de lujuria, se ha desvanecido o se ha transformado, y sólo queda en su lugar un grupo de inquietos e inocentes seres atómicos, y de una pureza que asombra… Voz diáfana dice: “¡Ven!” Al mismo tiempo que extiende sus pequeños brazos… Puedo asirme a ellos con delicadeza extrema, pero con firmeza y suavemente… voy saliendo de los grilletes de arena que me aprisionaban al desierto… Antes de que pueda decir algo…, la misma voz con una orden casi suplicante expresa: “¡CAMINA, NO TE DETENGAS, VE ADELANTE, SIEMPRE ADELANTE!”

NO HAY BÁLSAMO PARA MIS HERIDAS, NI AGUA PARA MI SED… ESTE ES EL SENDERO… ¡NO, A MI AUTOCOMPASIÓN! ¡ADELANTE! Y sin voltear la mirada, dejé atrás a esas criaturas inocentes, que bajo los designios de mi oculto instructor, sometieronme a terrible prueba…

CAMINANDO, SIEMPRE ESFORZÁNDOME POR SEGUIR ADELANTE, noto que el paisaje va cambiando, surgen algunas pequeñas yerbitas silvestres, paja brava, un riachuelo; me inclino a beber reverente de esa fuente cristalina de aguas dulces, sabor que reconforta el ánimo y disipa la sed. ¡ADELANTE! Y, poco a poco, observo que hay cada vez más y más plantas, sigo adelante y me encuentro ya en un hermoso paisaje lleno de flores… y… ¡ADELANTE!

V.M. OM YEOWAMS OM

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