En la soledad de mi habitación II

Entre cuatro de las hermosas doncellas, logran arrancarme del desierto amenazante y soy depositado en una blanca y nívea litera… Inmediatamente, me traen dulces frutos del Edén y cristalinas aguas que bebo pese a mi angustiosa sed, serena y pausadamente… Me siento reconfortado, y entonando una dulce y embriagadora melodía las damiselas me señalan a su reina, quien extendiendo sus brazos y con una voz que acaricia… me llama… ¡IMPOSIBLE DE RESISTIR ESE ENCANTO MARAVILLOSO! que brota de la ardiente caricia, y que sale de esa dulce boca, y de la inquieta mirada que todo lo abarca…

¡FRENTE A FRENTE! Observando detenida y serenamente aquella belleza surgida de las profundidades del desierto mental, observando su frondosa cabellera, negra como azabache, que le cae por los hombros y que en ondulantes y suaves rulos llegan hasta sus majestuosamente torneados muslos… Una diadema roja se halla colocada en medio de sus inigualables arcos del iris nocturno de sus cejas. Sus ojos penetrantes como el calor del desierto, la respiración entrecortada por ESAS EMOCIONES QUE QUITAN LA VIDA… Labios carnosos, rojos y sensuales… Una hilera de perlas muy blancas adornan esa boca… Un cuello de marfil suave… y firme a la vez. Vibrantes senos que lograrían ensordecer la voz interior cual tañer de sonoras campanas… Un fértil vientre donde germina la vida, el amor o ¿La muerte…?

“¡BEBE.., SUFRIDO CAMINANTE, DEL NÉCTAR DE MIS AMORES…! ¡BEBE DEL CÁLIZ DE MIS FLORES, EL MÁS DULCE VINO JAMÁS GUSTADO POR MORTAL ALGUNO…!” Se me abren los labios para musitar una frase de asombro ante tanta maravilla, ante tanta belleza que se ofrenda llena de amor ante mi dolorido corazón… Mis sienes palpitan con inigualable frenesí… Corren por mi piel, por el cuerpo toda una sensación maravillosa… ¡SURGE EL ENORME DESEO DE BAÑARME EN ESE DELICIOSO VINO QUE BROTA DEL CÁLIZ DE SEMEJANTE FLOR! Se acerca lenta, lentamente… Esos labios… musitando una queda canción, una canción invitando al amor… Está muy cerca…, muy cerca de los míos… Mientras dos brazos suaves como la piel de niña inocente, rodean mi cuello… ¡EL TUL CAE A SUS PIES! ¡CUÁNTA BELLEZA A POCOS CENTÍMETROS DE MI SER, DE MI CUERPO Y DE MI ALMA…!

¡VOLUPTUOSIDAD TERRIBLE COMIENZA A EMBARGAR MIS SENTIDOS! El deseo ardiente, la mente caliente, el instinto palpitante, la voluntad débil, un poquito más y… ¡FUGAZ, VIOLENTA, INSTANTÁNEAMENTE!, surgen en mi conciencia: ¡SANSÓN Y ULISES! Levantando la diestra y empujando suavemente a la impúdica belleza, con serena voz brotada de la intimidad de mi consciencia, se escucha: “¡EN NOMBRE DE JANO, PADRE DE LOS DIOSES Y DE TODO LO CREADO, YO TE CONJURO, POR MELKISEDEC, POR MELKISEDEC, POR MELKISEDEC!”.

Al terrible conjuro divinal, suceden una serie de maldiciones, imprecaciones…, que brotan sórdidamente de esas gargantas hace unos momentos diáfanos y dulces, ahora roncos y tenebrosos. CONTORSIONES DOLOROSAS DE LOS CUERPOS ESBELTOS, AHORA CONVERTIDOS EN ASQUEROSAS JAULAS HUMANAS… Se arrastran por el suelo y un hedor pestilente, olor de cementerio se escapa por los aires, y las nauseabundas formas sepulcrales se sumergen en las profundidades del abismo…

Cientos de fríos tentáculos, semejantes a mortíferas víboras, envuelven mi cuerpo… Pestilentes criaturas se aferran a mis miembros, y se posan en mis hombros y cabeza… Una gárgola juguetea con mi rostro…

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